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El ordenador del taller marcaba una avería de la bomba de aceite y podría ser a causa del sensor y el nuevo podría tenerlo el viernes (sensor de competencia) o el lunes (sensor original). Desde un principio trasladé mi urgencia pues soy autónomo y trabajo con el coche. Concretamos que a las 15h le llevaba el coche para dejarlo y ya me iría informando de plazos y avería.
Después de organizarme en base a este compromiso por parte del mecánico del taller, conseguir un vehículo prestado para seguir trabajando mientras me lo reparaban y pedir mi mujer permiso en el trabajo para venir conmigo con el coche prestado hasta el taller (queda muy lejos de nuestro domicilio) para luego seguir yo ruta, me encuentro con una situación muy desagradable por parte de una mujer que dice ser gerente del taller. Sale a mi encuentro y pregunto por el mecánico.
Me pregunta qué es lo que quiero en un tono seco (sorprendentemente, porque había estado presente hacía menos de 2 horas y había hecho fotos de la ficha técnica del vehículo por lo que era conocedora de todo). Le indico que quería ver al mecánico para confirmar lo acordado y dejarle el vehículo. Me dice que el mecánico no puede salir y ya con un tono pelín desagradable (y poco inteligible porque tiene un acento argentino muy marcado que sumado a ese tono que utilizaba, dificultaba la comprensión) que lo que tenga que hablar con el mecánico lo hable con ella porque la jefa del taller es ella y que mi coche no lo va a “tocar” en lo que queda de semana y ya se verá la próxima semana si es posible, porque tiene mucho trabajo.
Me quedo de piedra porque eso no fue lo acordado con el mecánico y aunque en ningún momento exigí nada, el mecánico adquirió el compromiso de intentarlo sabiendo de mi urgencia. Le digo que no hace falta utilizar ese tono y que si tienen contradicciones entre ella y su mecánico respecto a la política del taller y los plazos que dan a sus clientes, deben de arreglarlo internamente y no cargar esa falta de rigor sobre los clientes como si fuéramos culpables de lo que es fruto simplemente de una pésima gestión de plazos, comunicación interna y externa y total ausencia de seriedad. Le comento que el haber confiado en su compromiso de recoger mi coche a las 15h, me había hecho organizarme en tiempo récord y ni siquiera había podido comer para conseguir otro coche e implicar a mi mujer para que me acompañe hasta el taller.
Todo ello para que luego esta señora nos eche la bronca como si tuviéramos nosotros culpa de su incompetencia. Fue desagradable y surrealista. Cuando por fin salió el mecánico, el hombre se mostraba abochornado con la actitud de la autodenominada “jefa del taller” y le hacía gestos para que bajar el tono y le dejara a él continuar con la gestión. Pero la mujer lo ignoró y subía cada vez más su tono al ver mi enfado por su nula seriedad y acusarme falsamente de faltarle al respeto.
Ante tanto desatino y mentira, mi mujer intervino para decirle que estaba faltando a la verdad y que en ningún momento se le faltó al respeto pues simplemente se le indicó que debe arreglar internamente con sus empleados los compromisos adquiridos con los clientes si estos luego no son posibles de mantener, ya que su falta de profesionalidad perjudican a dichos clientes y les hacen perder el tiempo de forma y manera gratuita. Finalmente le pido la hoja de reclamaciones y con ese tono maleducado que mantuvo durante toda la conversación entre prepotente y autoritario, vuelve a faltarme al respeto respondiendo: “Lo que me sobran son hojas de reclamaciones. Cuántas quieres una, dos o tres…?” Una muestra más de que esta mujer no está preparada para estar el frente de un negocio.
El mecánico mantuvo en todo momento el respeto e intentó reconducir a su jefa, pero lo dejó por imposible.
Nada recomendable porque confiar en este taller me perjudicó de forma importante y la supuesta gestora del negocio no está ala altura mínima exigible de profesionalidad, ética, respeto, formas y educación en lo referente al cumplimiento de sus compromisos y en las relaciones con los clientes.
El ordenador del taller marcaba una avería de la bomba de aceite y podría ser a causa del sensor y el nuevo podría tenerlo el viernes (sensor de competencia) o el lunes (sensor original). Desde un principio trasladé mi urgencia pues soy autónomo y trabajo con el coche. Concretamos que a las 15h le llevaba el coche para dejarlo y ya me iría informando de plazos y avería.
Después de organizarme en base a este compromiso por parte del mecánico del taller, conseguir un vehículo prestado para seguir trabajando mientras me lo reparaban y pedir mi mujer permiso en el trabajo para venir conmigo con el coche prestado hasta el taller (queda muy lejos de nuestro domicilio) para luego seguir yo ruta, me encuentro con una situación muy desagradable por parte de una mujer que dice ser gerente del taller. Sale a mi encuentro y pregunto por el mecánico.
Me pregunta qué es lo que quiero en un tono seco (sorprendentemente, porque había estado presente hacía menos de 2 horas y había hecho fotos de la ficha técnica del vehículo por lo que era conocedora de todo). Le indico que quería ver al mecánico para confirmar lo acordado y dejarle el vehículo. Me dice que el mecánico no puede salir y ya con un tono pelín desagradable (y poco inteligible porque tiene un acento argentino muy marcado que sumado a ese tono que utilizaba, dificultaba la comprensión) que lo que tenga que hablar con el mecánico lo hable con ella porque la jefa del taller es ella y que mi coche no lo va a “tocar” en lo que queda de semana y ya se verá la próxima semana si es posible, porque tiene mucho trabajo.
Me quedo de piedra porque eso no fue lo acordado con el mecánico y aunque en ningún momento exigí nada, el mecánico adquirió el compromiso de intentarlo sabiendo de mi urgencia. Le digo que no hace falta utilizar ese tono y que si tienen contradicciones entre ella y su mecánico respecto a la política del taller y los plazos que dan a sus clientes, deben de arreglarlo internamente y no cargar esa falta de rigor sobre los clientes como si fuéramos culpables de lo que es fruto simplemente de una pésima gestión de plazos, comunicación interna y externa y total ausencia de seriedad. Le comento que el haber confiado en su compromiso de recoger mi coche a las 15h, me había hecho organizarme en tiempo récord y ni siquiera había podido comer para conseguir otro coche e implicar a mi mujer para que me acompañe hasta el taller.
Todo ello para que luego esta señora nos eche la bronca como si tuviéramos nosotros culpa de su incompetencia. Fue desagradable y surrealista. Cuando por fin salió el mecánico, el hombre se mostraba abochornado con la actitud de la autodenominada “jefa del taller” y le hacía gestos para que bajar el tono y le dejara a él continuar con la gestión. Pero la mujer lo ignoró y subía cada vez más su tono al ver mi enfado por su nula seriedad y acusarme falsamente de faltarle al respeto.
Ante tanto desatino y mentira, mi mujer intervino para decirle que estaba faltando a la verdad y que en ningún momento se le faltó al respeto pues simplemente se le indicó que debe arreglar internamente con sus empleados los compromisos adquiridos con los clientes si estos luego no son posibles de mantener, ya que su falta de profesionalidad perjudican a dichos clientes y les hacen perder el tiempo de forma y manera gratuita. Finalmente le pido la hoja de reclamaciones y con ese tono maleducado que mantuvo durante toda la conversación entre prepotente y autoritario, vuelve a faltarme al respeto respondiendo: “Lo que me sobran son hojas de reclamaciones. Cuántas quieres una, dos o tres…?” Una muestra más de que esta mujer no está preparada para estar el frente de un negocio.
El mecánico mantuvo en todo momento el respeto e intentó reconducir a su jefa, pero lo dejó por imposible.
Nada recomendable porque confiar en este taller me perjudicó de forma importante y la supuesta gestora del negocio no está ala altura mínima exigible de profesionalidad, ética, respeto, formas y educación en lo referente al cumplimiento de sus compromisos y en las relaciones con los clientes.